En el marco del Día del Trabajador y Trabajadora Social, donde se conmemora su compromiso con la comunidad y su profesión, coincide con el Día Universal de los Derechos Humanos, y nunca tan certera la fecha que comparten ambas efemérides, ya que ellas son la cara más humana de la asistencia que realiza el Estado a personas en situación de vulnerabilidad. En el ministerio de Desarrollo Humano y Promoción Social, son un eje insustituible en cada trámite que se realiza.
El Día del Trabajador y la trabajadora Social constituye un homenaje a los profesionales que prestan servicios de orientación y resolución de diversos problemas de la comunidad sanjuanina. Su intervención es fundamental para poder asistir a personas que se encuentran en contexto de vulnerabilidad o tienen impedimentos económicos para afrontar gastos que necesitan imperiosamente.
En este año, donde la pandemia mundial del COVID-19 puso a prueba la estructura del gobierno provincial para sostener a la comunidad, las trabajadoras sociales también han cumplido la tarea de acompañar a familias con Covid positivo u otras enfermedades que requieren de la contención y asistencia de los equipos técnicos de las diversas áreas.
Estos profesionales están presentes en la mayoría de las direcciones y subsecretarias de Desarrollo Humano, hay muchas historias para contar, pero una de las trabajadoras sociales que más años lleva en la cartera social es la Lic. Susana Villegas, quien cumple funciones en la Dirección de Asistencia Directa, desde hace 28 años. “Trabajar en Desarrollo Humano es adaptarse al día a día, estar siempre predispuesta a cada uno de los casos, son muchos años, y es cuantioso el aprendizaje, como también el camino que recorrí. Una de las satisfacciones que me dio esta profesión, es poder cambiar la cara de la persona que viene con un problema. Es ser el nexo entre nosotros y los funcionarios. He tenido buenas recompensas de sólo saber después que pasó un tiempo, vino un papá o una mamá y me dejaron un ‘gracias, mi hijo terminó el tratamiento viajamos a Buenos Aires y nos atendieron bien, salieron los pasajes a tiempo, no nos olvidamos de usted’, siempre digo que Desarrollo Humano es el corazón de la provincia”, relata Susana.
“Ser trabajadora social es sentarse en frente de un sujeto de derecho y acompañarlo a atravesar sus necesidades para brindar una solución. Justamente, en esta área que es la salud, siempre manifiesto que se da una mala combinación, por un lado, percibimos la pobreza y por el otro, la gravedad de la salud de un paciente. Esto nos permite un contacto más estrecho, siendo el nexo entre sus necesidades y los recursos institucionales, en busca de mejorar su calidad de vida”.
Son infinitas las historias de vida que llegan en busca de una solución de parte del Estado, pero uno de los casos que más emocionó a esta profesional, y que lo recuerda con gran cariño, es el de Agustín (se reserva el apellido). “Ese caso, marcó mi carrera, era un pequeño que desde bebé tiene una enfermedad mal llamada piel de pescado. Su mamá lo traía todo tapado y me mostraba solamente la carita, venía todo cubierto hasta que empezamos a entablar con la mamá una relación más allá de yo ser profesional, su mamá se fue soltando y me fue mostrando el cuerpo de su hijo”.
Susana cuenta, “recuerdo que Agustín, una navidad, me pidió un árbol de navidad, porque él nunca había tenido un árbol de navidad, y en ese momento le planteé la situación al director, y esa navidad le llegó a su casa, el árbol y una pileta, porque Agustín, mientras más tiempo está en el agua, su condición de la piel se mejora”.
“Para mí el haberle hecho cambiar 15 minutos la cara a una persona, no tiene precio. Atendemos a tantas personas que muchas veces de todos los casos no te podés acordar, pero cuando te dicen, se acuerda de mí que usted me hizo el informe, darles esperanza, muchas veces por sus miedos, por su temor, por su ignorancia no ven salida y uno desde este lugar los puede ayudar, estas cosas, sólo te dan satisfacción en un ministerio como Desarrollo Humano”, sostiene Susana.
