La escuela Juan María Gutiérrez de Huerta de Huachi, en el departamento Jáchal, es un ejemplo de que se puede ser centinela de nuestra tierra en cualquier lugar. Son alumnos cuyas edades van desde los 7 hasta los 15 años de edad en un club ambiental que se formó durante este año y que recibió esta semana sus flamantes “chalecos ambientales”. Es la identificación que los chicos esperaban para sentirse diferentes y con el poder para capacitar, desde su pequeño y a la vez gigante lugar de la tierra norteña, a los habitantes de su zona y del departamento.
Estos estudiantes pasan mucho tiempo en su escuela, incluso ahí reciben su almuerzo antes de partir a sus alejados hogares. Fue iniciativa de ellos buscar una solución al problema de los residuos que ellos mismos generaban en el establecimiento educativo, y más teniendo en cuenta que en el lugar no existe recolección municipal ni de ningún tipo. Incluso en un futuro piensan en armar su propio compost para la asignatura agropecuaria que tienen en currícula.
Pero el primer paso para todo esto fue armar pequeñas islas de separación y empezar a reutilizar materiales y la idea es extenderlo de su escuela a otros domicilios de la zona que están en la misma situación. Para ello el Club Ambiental de la escuela Juan María Gutiérrez cuenta con la voluntad y colaboración de los docentes que son los que trasladarán los residuos separados hasta la villa cabecera del departamento para que el municipio lo trate en la planta correspondiente.
Los alumnos de esta escuela ya han solicitado a su docente guía, Verónica Pozo, y a su tutora ambiental, Sol Rodríguez, que a través de la Secretaría de Estado de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la provincia, puedan ser capacitados sobre el cuidado de áreas protegidas y saber más de la flora y fauna de nuestra tierra.
Huerta de Huachi eleva una bandera ambiental digna de imitar, sobre todo cuando las distancias no son limitaciones para cuidar nuestra casa común.
