Inés Andrada trabaja en el CAPS El Rincón, de Albardón. Por la pandemia, está cumpliendo funciones en el Vacunatorio COVID del CIC La Laja. Nancy Zabaleta trabaja en el Vacunatorio del CAPS Las Margaritas.
Inés: “En nuestro caso nos ubicaron en los vacunatorios COVID haciendo triage. Una experiencia nueva, un desafío porque había gente que estaba muy asustada. Nosotros también tuvimos nuestros miedos y los superamos”.
“Lo que nosotros hacemos son los triage, aún ahora los seguimos haciendo. Lo que más destaco es la disponibilidad de todos los agentes sanitarios, porque estuvieron apenas los convocaron, estuvieron a disposición en todo momento”.
“Eran muchas cosas nuevas. Tuvimos que sacar nuestro costado más humanitario porque la gente llegaba con miedo, entonces, nosotros además de hacer el triage, el cuestionario, hacemos fundamentalmente contención. Porque la gente todavía está shockeada por muchas pérdidas físicas”.
“Como ya nos tienen identificados en la comunidad, las personas se abren. Convengamos que muchas personas tenían miedo, algunos incluso se manifestaban con violencia porque querían determinada vacuna. Y nosotros teníamos que explicar que tal vacuna estaba disponible para un grupo etario determinado, fue difícil”.
“De a poco lo han ido entendiendo, no ha sido fácil, la comunidad estaba muy asustada por los medios, había mucha información y no la terminábamos de asimilar”.
Nancy: “Ahora estamos con vacunación de terceras dosis y también hacemos el triage, informamos sobre qué vacuna le colocamos de acuerdo a las dosis que haya tenido anteriormente. Siempre hay capacitaciones, porque todo va cambiando constantemente”.
“Tratamos de convencer a las personas de que esa tercera dosis no les va a hacer nada, además muchas veces no comprenden la combinación de vacunas. Entonces explicamos porqué el cambio y que no es perjudicial para la salud. Pero es mucho más el tema de la contención. Reciben tanta información negativa muchas veces que le provoca temores, y como nosotros somos referentes de la comunidad, se sienten seguros de lo que uno les dice. Saben que lo que vos le estás diciendo es así. Eso es lo beneficioso en nosotros, que llegamos a la comunidad y que la gente confía plenamente en nosotros”.
“Nosotros lo disfrutamos. Ser agente sanitario se lleva en la sangre, es pura vocación, es pasión, es entrega, y estar dispuesto en todo momento, las 24 horas del día. Y no es necesario que nos convoquen, voluntariamente participamos y ayudamos. Yo estoy muy orgullosa, la mayoría de los agentes sanitarios lo hacen así. En todo momento, en la provincia y el país han dicho acá estamos, han salido y han estado siempre al frente”.
