Testimonios de esperanza para la enfermedad renal

Para dejar en claro que es posible “Vivir bien con la enfermedad renal” buscamos el testimonio de dos pacientes, jóvenes, con toda su vida por desarrollarse, para los cuales la enfermedad fue un duro escollo que han sabido enfrentar para seguir viviendo con mucha esperanza.

Testimonios de esperanza para la enfermedad renal Fotos proporcionadas por los pacientes

Una profesional de la psicología que quiso vencer

Yamila Asís ya se había recibido de Psicóloga, llevaba una vida absolutamente normal, cuando hace tres años en un control de rutina surgen elevados niveles de creatinina que encendieron la alarma. Le recomendaron acudir a un nefrólogo: “Yo, desde mi desconocimiento, pensé que haciendo dieta y más ejercicio iba a normalizar estos valores, pero un mes después volví a hacerme análisis y había subido un punto, lo cual es muchísimo”.

Al acudir al servicio de Nefrología del Hospital Rawson le diagnosticaron una insuficiencia renal avanzada, en fase 4 dentro de las cinco fases de la enfermedad. “En ese momento me quedé helada, yo llevaba una vida normal, trabajaba, estudiaba, siempre hice actividad física, sin antecedentes familiares de la enfermedad renal”.

El comienzo de la recuperación

El encontrarse con esta realidad fue muy difícil para Yamila: “Me costó mucho aceptarlo, pensaba que los médicos se habían equivocado, tenía una negación. En ese momento el doctor me habló de diálisis y de trasplante y empecé este camino”.

“Al principio una piensa que se terminó todo lo que había pensado para mi vida, todos mis proyectos, yo ya tenía mi consultorio particular. En ese momento yo tenía muy alta la presión, tenía 21 de presión. Me dejaron internada, me hicieron una biopsia y me explicaron en qué iba a consistir el tratamiento. Pasé por distintas etapas, de negación, de angustia, de sentir bronca, Buscar mucha información en internet me angustió más, pero el Dr. Martín me tranquilizó y me pidió que no dudara en consultarle en todo momento”.

En 2019 Yamila comenzó con la diálisis peritoneal: “me pareció la mejor opción por mis horarios, me iba a permitir llevar una rutina normal y era un tratamiento menos invasivo”.

“Me encontré con un gran equipo en el Hospital, desde el Dr. Martín, Mariana la nutricionista, Marianela como psicóloga, Irene como asistente social, la secretaria del servicio, y de todos, me siento muy acompañada, más allá de los médicos y las enfermeras, todos nos contienen y nos asisten”.

“Entre los pacientes nos conocemos, tenemos un grupo de whatsapp y nos hemos podido juntar y conocer la historia particular de cada uno y el hecho de compartir con pares y ver que no es algo que le pase solamente a uno ayuda mucho, inclusive ver que otros tienen una situación mas compleja todavía ayuda a comprender y a entenderse”.

El hecho de ser psicóloga es un aspecto llamativo y Yamila contó como su enfermedad se relacionó con su actividad laboral: “En mi profesión esto me cambió mucho, a comprender el dolor del otro y siento que tengo más empatía con personas que llegan con el dolor de una enfermedad física. Toda mi formación me ayudó en un primer momento para el impacto tan fuerte de conocer el diagnóstico, comenzar otra vez a trabajar me ayudó a salir. El trabajo con el paciente me ayudó a desconectarme de lo que a mí me pasaba y conectarme más con él”.

Se puede seguir viviendo

El balance general para Yamila está siempre teñido de optimismo: “el comienzo es muy duro pero llega un momento en que uno lo acepta, que la vida sigue y hay que aprender a vivir con la enfermedad y hoy sigo una vida normal, trabajo, hago actividad física, tengo actividad social normal. Ahora uno pasa a pensar en que llegue el trasplante, para recuperar totalmente la normalidad, es algo que ilusiona aunque también hay que saber manejar la ansiedad, porque es el último paso que hay que dar para estar bien”.

De una vida de deporte a un camino de esperanza

Matías Castro tenía 18 años en el 2007, jugaba al hockey sobre patines, tenía una vida muy normal hasta que notó que algo no iba bien: “comencé a sentirme hinchado, no podía ponerme las botas de hockey porque los pies no me entraban, así que con mis padres decidimos ir a un médico”.

Ese médico le pidió análisis y lo derivó a un nefrólogo, quien determinó que Matías tenía glomerulonefritis (inflamación de los vasos sanguíneos que mantienen limpios los riñones), lo cual le hacía perder muchas proteínas: “lo bueno es que lo detectaron a tiempo”, le explicaron en ese momento. Comencé un tratamiento con pastillas durante varios años.

De pronto llegué un momento en que me cansé de todo, de tantos estudios, de tantos remedios y abandoné el tratamiento. Sentí que me empezaba a sentir menos hinchado (porque había dejado de tomar corticoides) y me sentía bien.

Un año y medio después todo se complicó: “comencé con vómitos, dolor de oídos, presión muy alta, volví al médico y me dijo que mi riñón no daba más, yo estaba muy mal, no tenía fuerzas para nada, no podía ni levantar los brazos y comencé con las diálisis”.

“Fue muy duro encontrarme de frente con las máquinas de diálisis, fue como comprender por qué estaba ahí y que tenía que cambiar. El paso del tiempo, la ayuda de los médicos, de las enfermeras y de las psicólogas me ayudó mucho para lograr ese cambio, para entender por qué me había pasado lo que me pasó y a lograr los cambios necesarios en la vida diaria, las comidas, los líquidos, a cuidar la fístula y a retomar una vida normal”.

Una vida normal

Tras el shock inicial y el tratamiento de diálisis, Matías siente que la vida comienza a re encaminarse: “Después de varios años he podido volver a jugar al hockey con amigos, jugar a la pelota, salir a correr, todo con los cuidados necesarios pero puedo hacerlo. El cambio está en uno, es el que tiene que poner de lo suyo y salir adelante, los demás ayudan mucho, pero el que decide salir es uno, siempre, como es uno el que se dejó estar y pagó las consecuencias”.

“Ahora miro la vida de otra manera, aprendí a ordenarme, a cuidarme más, uno le da más valor a todo lo que vive y a los que lo rodean, porque la familia sufre mucho por uno”.

“Si pudiera aconsejar a otro chico que pasa por lo que yo pasé le diría que hay que asumir lo que a uno le está pasando y que se quede tranquilo porque de esto se puede salir, nada es imposible, por suerte está la posibilidad del trasplante, mientras tanto las máquinas de diálisis ayudan mucho a seguir con la vida, se puede seguir viviendo, no es el fin de nada”.

Modificado por última vez en Domingo, 07 Marzo 2021 19:02