Algunos niños o niñas presentan alguna discapacidad al nacer o después de nacer. Esto significa que existen una o más deficiencias que limitan sus funciones (motoras, de los sentidos, del aprendizaje o de la conducta) en relación al entorno y hace que requieran, a veces, necesidades específicas de atención en salud para estar sanos.
Desde las iniciativas “Mis primeros” y “Mis segundos Mil Días” los profesionales de los equipos de los Centros de Atención Primaria y/o Nodos de Desarrollo Infantil, realizan un abordaje interdisciplinario e intersectorial a través de una intervención integral de los niños con discapacidad, a fin de desarrollar todo su potencial para la vida, trabajando en forma conjunta y articulada con diferentes espacios de la comunidad.
Durante el desarrollo de los primeros años de vida pueden identificarse situaciones que ponen en riesgo su óptimo lenguaje, movilidad o comportamiento social y derivar en un problema y/o una discapacidad.
Para ello es muy importante el seguimiento en la atención de salud por su pediatra o médico de cabecera, tanto como para mantener la salud del “niño/a sano”, detectar tempranamente signos de alarma del desarrollo y coordinar el seguimiento para su atención.
La condición de discapacidad presenta desafíos para el niño/a y sus familias. Su detección temprana minimiza los daños en la salud. Es imprescindible seguir trabajando en la accesibilidad de los entornos, servicios, productos y la comunicación.
Es fundamental la adecuación del entorno, para lograr niños que se desarrollen libremente, con dignidad, en un contexto saludable y acogedor, con instituciones que propicien la accesibilidad universal y con padres y/o cuidadores que fomenten el ejercicio pleno de los derechos del niño para que se incluyan, decidan y diseñen con autonomía su propio plan de vida en igualdad de oportunidades.