Un cambio en el Hospital Lanteri que redundó en más dignidad para los pacientes

Un proyecto con cuatro casas recientemente edificadas se convirtió en residencias asistidas que alojan a alrededor de cuarenta pacientes.

Esta iniciativa comenzó a tomar forma cuando asumió la Dirección del Hospital General Julieta Lanteri la Dra. Laura Tamarit, bajo la gestión de la Dra. Alejandra Venerando.

La Dra. Tamarit explicó que “la idea era darle funcionalidad a cuatro lugares que estaban pensados en su momento como casas de pre alta o casas de medio camino, pero dentro del marco de la Ley de Salud Mental. Con la nueva ley las casas de medio camino tienen que estar fuera del predio del hospital entonces con las estructuras levantadas, planificadas, presupuestadas, se fue buscando una manera de incorporarlas.”

“Es así que se decidió hacer una residencia asistida, lo más parecido a una casa de medio camino, como un hogar para aquellas personas que habitan en el hospital desde hace años y que no tienen ningún criterio de internación”, agregó.

Las cuatro “casitas” se encuentran dispuestas de manera tal que comparten un espacio común al aire libre, poseen una sala donde pueden ver televisión, un comedor, las habitaciones y un espacio para los profesionales. Todo está perfectamente cuidado y ordenado por ellos mismos. Claramente se sienten parte de un espacio que los acoge, que los contiene, que les ha devuelto la dignidad.

Tamarit señaló orgullosa que “en este momento tenemos tres casas donde habitan ocho personas desde octubre de 2019, y pronto estará concluida la cuarta casa, incorporando un total de 40 pacientes. Son personas en las que la institucionalización y el sistema de internaciones prolongado han generado un deterioro social importante. Algunos son jóvenes, pero no manejan internet, no tienen manejo de tarjeta SUBE, están en total aislamiento. Acá hay personas que hace casi 50 años que están internadas, con lo cual si nosotros lo comparamos con lo que se está viviendo hoy, ellos lo están viviendo hace mucho tiempo. El aislamiento es obligatorio para ellos, tiene que ver con una cuestión histórico-social del aislamiento de la locura”.

“Quedaron acá internados, no tienen posibilidades, no tienen familia, no tienen ningún beneficio; muchos no tenían la pensión tramitada, ni el certificado de discapacidad a pesar de que era su derecho”, añadió.

“Con este cambio comprobamos que cuando se dan condiciones más humanas, el comportamiento es más humano. Hemos notado modificaciones en su comportamiento y en sus hábitos, no tenemos imprevistos, no hay casos de excitación psicomotriz, por ejemplo, que sí teníamos antes en las salas, con estos mismos pacientes. Su conducta ha cambiado notablemente”, agregó.

“Todas estas modificaciones forman parte de un proceso que venimos elaborando, por ejemplo cuando en mayo de 2018 se cambió la empresa de alimentación. Con las profesionales de trabajo social, psicología, con los médicos clínicos y nutricionistas, notamos que era imperioso modificar la manera en que los pacientes comían. Antes ellos pasaban por el comedor y buscaban su vianda. Muchos comían directamente con la mano, no se sentaban, no esperaban. Nosotros empezamos a intervenir activamente en la alimentación, comenzamos a ir con todo el equipo al comedor a acompañarlos”.

Por su parte, la trabajadora social Lorena Sánchez explicó que “lo interesante es cómo se han ido empoderando, eso genera un impacto para nosotros y creo que notablemente en ellos. Sentarse, comer, tener una silla, una mesa, salir y tener una sala, mantener la limpieza y condiciones de la habitación, sus armarios, y hacerse responsables de mantener limpio y ordenado ese espacio. Les estamos dando la posibilidad de acceder a cosas que tenían negadas y el desafío es acompañarlos”.

Tamarit se emociona cuando narra cómo ha cambiado la vida de estos pacientes, pero también se trata de un cambio estructural de lo que antes era el “Mental El Zonda”: “Nosotros no nos damos cuenta de lo hemos logrado en este tiempo, estamos haciendo historia. En el establecimiento se encuentran ocho pacientes internados que pronto estarán en una sala juntos y que son los pacientes con antecedentes penales que todavía no están en condiciones de alta, y cuando se termine la cuarta casa habrá cuarenta pacientes bajo esa modalidad. Pero cuando nos hicimos cargo de la dirección eran 125, con lo cual para nosotros es un gran cambio”.

“Los pacientes de las casitas están en una estructura acogedora y divina, si uno ve el lugar donde está plantado el hospital, desde el paisaje, es maravilloso y esas casitas también. Ellos las cuidan porque saben que son de ellos, tienen muy en claro que esas casas son de ellos”.

“En el hospital todos sabemos el nombre de todos y eso es importantísimo. Es una de las cosas maravillosas que tenemos, todos tenemos un nombre. Hace que sea cada vez más de uno, adorable. Para los pacientes también es muy importante, forma parte del empoderamiento, se empoderan porque también se sienten reconocidos como personas. Dejaron de ser objetos de derecho para ser claramente sujetos de derecho. Tienen un nombre, un DNI, tienen posibilidades que antes no tenían, les han devuelto la dignidad”, finalizó.

Modificado por última vez en Domingo, 17 Mayo 2020 10:14