La cirugía toracosópica, además de la complejidad que presentó por tratarse de un bebé tan pequeño, implica un gran éxito a la hora de dejar de derivar pacientes a Capital Federal para este tipo de intervenciones, con el consiguiente ahorro económico y desgaste para instituciones, pacientes y familiares.
El esófago es el órgano que comunica la boca con el estómago; en la atresia de esófago el defecto consiste en que el esófago no se forma en su tercio medio, originando dos segmentos, uno superior y otro inferior, lo que impide el paso del alimento. En la variedad más frecuente se encuentra el extremo inferior unido y comunicando con la vía aérea, formando una fístula.
La atresia de esófago es un defecto congénito relativamente común de etiología desconocida, que se presenta en 1 de cada 5000 nacidos vivos en nuestro país. El 50% de los pacientes presentan anomalías asociadas, ubicándose a nivel del tracto urinario, digestivo, cardiaco y esqueleto.
Su diagnóstico y manejo han representado un reto para la cirugía pediátrica. El tratamiento consiste en ingresar al tórax (toracotomía convencional), reparar la fístula y unir los dos extremos del esófago atrésico.
La vía toracoscópica, evita la realización de una toracotomía con la consiguiente morbilidad que esta puede acarrear: sección nerviosa, adherencias costales, deformidad torácica, dolor crónico y grandes cicatrices antiestéticas.
La cirugía por vídeo o mínimamente Invasiva ha sido uno de los avances quirúrgicos más importantes de las últimas décadas. Al reducir las incisiones quirúrgicas, disminuir la morbilidad, menor dolor post operatorio y adherencias, y cicatrices mínimas.