Las clases de ritmos urbanos se dan los lunes, miércoles y viernes de 15.00 a 17.00 horas en el estadio Aldo Cantoni. Allí está la profesora Karina Palacios como instructora, quien baila al ritmo de la música y contagia alegría a las personas que se acercan al lugar. Los beneficiarios del programa que llegan a la actividad no solo lo hacen para realizar ejercicio, fundamental para tener una buena salud, sino también como un espacio de contención y desahogo ante los problemas cotidianos o de la vida misma. Este entrenamiento forma parte de un espacio del programa Comunidad en Movimiento.
El equipo de Prensa y Comunicación de Secretaría de Deportes asistió al encuentro de entrenamiento urbano, y conversó con tres mujeres que participan de la actividad. Todas coinciden en que este entrenamiento sirve para mantener un buen estado físico, pero también es un espacio para mejorar la salud mental, y transmitir experiencias de vida.
Uno de los casos es el de Silvina Pagés, quien empezó hace un mes la actividad y asiste los tres días de la semana a las clases. “Me llegó la invitación a participar por el boca a boca; una amiga me comentó sobre estas clases. Si bien hago ciclismo de ruta, esta actividad me carga de energía gracias a la profesora y mis compañeros. Más allá de hacer actividad física y hacer una buena dieta, estar bien en lo mental es fundamental. Y para eso la contención que recibimos acá por parte de todos es muy importante”.
El caso de Eliana Herrera es distinto, ya que ella participa de las clases porque tiene un problema de salud. Viene del departamento de Chimbas y está transitando una enfermedad hace cinco años. El médico le recomendó hacer ejercicios y encontró en el entrenamiento urbano una forma de salir adelante. “Me enteré de que estaban haciendo ejercicios, vine y ahora me siento mucho mejor, perdí peso y tomo menos medicación. Tenía un nivel de azúcar incontrolable. Además me siento contenida, más allá de mi problema de salud también estoy sin trabajo y las chicas me compran el pan y las semitas que traigo para vender”.
Mónica López es otra de las beneficiarias del programa, y encontró en este entrenamiento una forma de hacerle frente a las adversidades de la vida. “Vine por una amiga, perdí hace 10 años una hija y tengo mis días buenos y mis días malos. Me vio bajón mi amiga y me lo recomendó. Hay contención, hacemos catarsis, nos juntamos y hablamos de lo que nos pasa, compartimos momentos. Nos escuchamos entre todos, y la actividad termina siendo una excusa para juntarnos. Karina tiene una forma de transmitir lo que piensa, cada uno tiene sus problemáticas, experiencias, eso no se encuentra en todos lados. Está bueno que la gente sepa que es gratis y hay muy buena calidad de enseñanza. Hicimos un grupo y nos escribimos todos los días”.
