Estuvieron presentes el vicepresidente del Centro Valenciano, Joaquín Gisbert; el intendente de Rawson, Juan Carlos Gioja; el diputado departamental, Pablo García Nieto; el secretario de Infraestructura y Patrimonio Turístico y Cultural, Mario Zaguirre; el director de Desarrollo Turístico, Roberto Juárez; representantes del Centro Valenciano de San Juan y de Mendoza, autoridades de la municipalidad de Rawson, entre otros.
En primer lugar se procedió al ingreso de las imágenes de Nuestra Señora de los Desamparados y de San José, acompañados de la música de la orquesta de niños de Rawson. Luego llegó el turno de la elección de la Fallera Mayor, resultando distinguida con tal honor María Florencia Cotes Costa.
Este año la celebración se enmarcó en los cien años de la llegada de los valencianos a San Juan. En este sentido se le otorgó al gobernador, Sergio Uñac, un importante reconocimiento al ser el primer descendiente de valencianos que ocupa este cargo en la provincia. Además el Centro Valenciano lo nombró socio honorario del mismo.
“Este reconocimiento es una gran responsabilidad. Agradezco a la comunidad Valenciana, y comparto esta distinción con mis bisabuelos y abuelos, quienes llegaron tiempo atrás desde Sax, Alicante, Región de Valencia. En 1911 arribaron a esta hermosa tierra para crecer y forjar el destino de nuestra familia. Es gracias a ellos y mis padres que hoy soy honrado con tan importante distinción” expresó el primer mandatario provincial en su discurso.
Se remarca que la velada contó con la presencia de distintos grupos de danza, así como también con la participación de Los Bárbaros, Piano Bar, Marisa Gil y Aire Flamenco, Claudio Arias y Pablo Garay.
El broche de oro estuvo dado por la quema del ninot, el que, en concordancia con la Fiesta Nacional del Sol, tuvo como lema el “Bicentenario de la Independencia Argentina”; acompañada por un show de fuegos artificiales.
Es oportuno remarcar que el origen de esta celebración se remonta a la antigua tradición de los carpinteros de la ciudad, que en vísperas de la fiesta de San José quemaban frente a sus talleres, en las calles y plazas públicas, los trastos viejos e inservibles junto con los artilugios de madera que empleaban para elevar los candiles que les iluminaban mientras trabajaban en los meses de invierno.
