Conocé el Parque Escultórico Anchipurac y sus 19 obras realizadas con materiales reciclados
El ecoparque exhibe 19 obras de arte realizadas con materiales reciclados, elegidas entre 40 proyectos de escultores de toda Latinoamérica.
El Ecoparque Anchipurac es un edificio único en Latinoamérica, diseñado bajo parámetros de arquitectura sustentable, con una superficie cubierta de más de 3.000 m2 y destinado a la educación y a la investigación ambiental.
En este marco, la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable y el Ministerio de Turismo y Cultura a través de la Secretaría de Cultura de San Juan llevó a cabo “Anchipurac es Cultura: Concurso Internacional de Escultura 2017-2018”.
La convocatoria estuvo dirigida a artistas visuales y demás profesionales del ámbito del diseño, la arquitectura, ingeniería y urbanismo para diseñar esculturas emplazadas al aire libre en el mencionado centro ambiental.
Las esculturas fueron seleccionadas entre 40 proyectos de artistas de varios países que participaron en la convocatoria realizada por la Secretaría de Estado de Ambiente en diciembre de 2017, bajo la consigna del uso de materiales reciclados.
De tal forma quedaron 19 obras en Anchipurac, una por cada departamento de la provincia. Se suma a ellas un imponente mural realizado en la pared del ingreso al edificio principal del parque.
La arquitectura del primer edificio bioclimático de San Juan ensambla modernidad con un paisaje agreste, donde el viento, el sol y la aridez conforman un idioma.
En este espacio se erigen las 19 esculturas del parque, las plazas que sintetizan los circuitos y el paisaje con la imponente sierra Chica para terminar de asombrar la mirada de cualquiera de sus visitantes.
El paseo de obras se caracteriza por su originalidad, dado que está hecho con material reciclado.
El arte habla
Las obras están instaladas dentro de las cuatro plazas ubicadas en el parque con las siguientes temáticas:
- Plaza del Agua: otorga al visitante una perspectiva sintetizadora de la vital importancia del líquido para la vida en la tierra. Entre los temas desarrollados se encuentra el agua recurso natural, la importancia del agua en el oasis sanjuanino (sistema hídrico de San Juan), el viento Zonda (origen del agua en nuestra provincia), entre otras.
- Plaza del Sol: el Sol como recurso natural inagotable, como fuente de vida sobre la tierra. Los temas a desarrollar giran en torno a la rotación del sol, el azimut, latitud- longitud, energías renovables, equinoccios y solsticios, etc.
- El Aire y La Tierra: incluye la composición del suelo sanjuanino, la desertificación, la degradación del suelo, la erosión, entre otros.
- La Biodiversidad: abarca la diversidad de especies de plantas, animales hongos y microorganismos, que viven en un espacio determinado, a su variabilidad genética, a los ecosistemas de los cuales forman parte estas especies y a los paisajes o regiones en donde se ubican los ecosistemas.
Cada escultura responde a la temática desarrollada en la plaza donde se instaló.
Las obras
Inmersión Télurica, de Oriol Texidor
La obra del escultor catalán se compone en un bloque geométrico macizo u opaco en su totalidad, excepto por un vacío central en forma de figura humana. Mediante una técnica tradicional de construcción, el tapial, el artista compacta distintas variedades de tierra (extraídas del entorno inmediato) hasta lograr lo que uno puede asemejar a una rebanada del cerro que rodea al Anchipurac.
Es decir, si uno le hace un corte a la tierra (en sentido vertical) podrá notar diferentes capas y matices de la tierra. El escultor representa esto y añade la silueta de una figura humana para resignificar su obra, añadiéndole el valor de la huella que deja el humano sobre el lugar que habita.
La escultura también ofrece la interacción entre ella y el espectador, que tiene la oportunidad de intentar pasar por el medio de la obra o admirar el espectáculo del paisaje que está interactuando con la pieza artística.
Clamor de la Tierra, de Mirta Romero
En la obra de la sanjuanina Mirta Romero, la mirada de la montaña, el rayo y el agua encuentran un lugar común.
La pieza escultórica está compuesta por un rayo y una montaña que alcanzan una altura de seis metros con una base de dos metros; anexada a esta va otra base espejada para simbolizar un espejo de agua.
La escultora pretende simbolizar con esto la unión de la trinidad del ser, unidad del cielo y la tierra. Donde la tierra queda simbolizada en la montaña y el rayo que abre el espacio creando dinamismo y generando tensión al mismo tiempo. Todo esto queda manifestado en una escultura que representa la identidad sanjuanina en lo paisajístico y es la puerta de introducción al horizonte que rodea al Centro Ambiental Anchipurac.
Geo y Eolo, de Luis Martínez
El viento es protagonista de esta obra dinámica ya que mueve tanques de 200 litros (cortados a la mitad) y pintados de colores primarios, lo que posibilita que el molinete se vea blanco cuando corren fuertes vientos.
Hasta florecer, de Roxana B. Viotto
A través de esta obra, de 4,20 metros de altura, la artista cordobesa ofrece un propuesta que intenta convivir en comunión, siendo parte simbólica con los elementos naturales existentes en el lugar; agua, tierra y aire.
La escultura representa una flor realizada con pequeños hierros soldados que conforman su estructura. En el interior, bolsas de polietileno grueso y de colores intensos se ven bajo el entramado de hierro, representando la basura que se tira en lugares donde crece la flora autóctona.
La huella humana, de Elisa Dall’Occhio
La escultora bonaerense evoca en esta obra una sección de tronco representando simbólicamente los árboles que desaparecen día a día por la tala bosques nativos.
Está compuesta en su interior por un recorrido de anillos dispuestos en forma radial, por lo que se le puede asemejar con una huella digital aludiendo de esta forma al impacto de la actividad humana sobre el planeta Tierra. Está realizada en papel de diario y revistas, precisamente para reutilizar este material que es producto de la depredación forestal.
Naturaleza en evolución, de Lily Wicnudel y Ana Repetto
Inspirada en los elementos bellos que ofrece la flora y con un aspecto orgánico, es una de las pocas esculturas que están compuestas en su mayoría por cerámica con un color negro-ferrita. De esa manera, rompe con la forma geométrica que ofrece el entorno que la rodea.
La obra de las artistas bonaerenses está compuesta por cuerpos de cerámica logrados a partir de una base de caños reciclados de PVC con diferentes diámetros. Las escultoras se encargaron de darle a cada una de ellas una forma precisa para la consecución de la obra.
Unidad en la diversidad, de Alberto Álvarez
Como el nombre de la obra nombre lo indica, el autor sanjuanino apela a la coexistencia de elementos diferentes que finalizan o continúan como un conjunto.
Su obra comienza con lo que se puede asemejar a las raíces de un árbol, pero finaliza con cuatro elementos tubulares que representan precisamente los elementos de la naturaleza. Alrededor de estos cuatro pilares, lo rodea un vórtice que los une. Este es el quinto elemento: la belleza.
Viento, Sol y Luna, de Natalia Abot Glenz
El objetivo de la escultora bonaerense es ofrecen un reparo a los visitantes del parque, quienes pueden tomar asiento en el interior de la obra para resguardarse del sol. Entre otros materiales, la obra utiliza latas de aluminio recicladas recubiertas con masilla náutica, las cuales se mueven con el viento.
El nombre de la pieza responde a su profunda vinculación con los tres elementos mencionados y su presencia en el parque.
El arquetipo, de Lisandro Vinzio Maggio
La imponente escultura del artista sanjuanino está dominada por fuertes formas geométricas.
Para la construcción del volumen de 6 m x 6 m x 6 m, el escultor utilizó metales viejos, mientras que en el interior la obra exhibe un cubo realizado con plástico PET reciclado.
Flor del desierto, de Humberto Costa y Raúl Eduardo Portillo
Estos dos artistas de nuestra provincia pretenden con su obra establecer un vínculo con el edificio y su entorno. Está constituida por una sucesión de planos poligonales plegados, con fragmentos de desechos metálicos, cuyo conjunto determina un volumen abierto.
La esculturq muestra aberturas y transparencias que permiten relacionar al entorno con el espectador. La obra vista en su plenitud refleja la forma de una flor con sus pétalos ya florecidos, abrazando la luz que provee el sol.
De cumbres y de valles, de Facundo Bustelo Tejada
A través de la antigua técnica de tapial, que consiste en construir muros con tierra arcillosa húmeda, compactada a golpes, el artista sanjuanino apela a la representación la altura de distintas zonas de la provincia.
Representa a través de macizos de tierra compactada la altura de los departamentos de la provincia y del Valle del Tulum.
Ensayo sobre el calor, de Carlos González Gutiérrez
El escultor sanjuanino Carlos González Gutiérrez concientiza sobre los recursos renovables y no renovables con su obra artística.
La escultura está compuesta por caño de acero, vidrio de seguridad, grasa grafitada, tacho de gasoil, garrafa de gas doméstico y pigmento termocrómico. El pigmento tiene una composición química que por debajo de los 30°C mantendrá un color negro, pero una vez que supere esa temperatura dejará ver capas de pinturas anteriores, que en este caso serán grises.
Resurgimiento, del colectivo Nave de Piedra (Martín Fernando Quiroga, Gerardo Muredu, Francisco Godoy)
En esta escultura se puede visualizar a una figura humana con una herramienta para labrar la tierra, evocando así la pasión y el trabajo del hombre por el lugar donde está parado.
La misma, realizada por un colectivo de artistas locales, está compuesta por hierro y acero recuperado de herramientas en desuso, elementos recolectados en vertederos y autopartes metálicas. Lleva también roca caliza extraída de antiguos yacimientos calíferos de las termas de Talacasto y la Quebrada de Zonda.
La biodiversidad ¿es en sí?, de Eduardo Cercós Mirats
Mediante la utilización del recurso que nos da la geometría, el artista sanjuanino cercena al globo terráqueo, dando lugar a la construcción de un anillo. Así conforma la analogía Planeta Tierra – Biodiversidad. El anillo posee dos láminas de cristal que contienen en su interior restos de materiales reciclados, rocas, semillas y restos óseos.
La idea es ofrecer una visión más histórica y materialista de lo que hacemos nosotros con nuestro accionar rutinario. El autor muestra cómo la biodiversidad no está en mundo de ensueño y que, hoy en día, no solo la componen los elementos básicos de cualquier ecosistema, sino que quedan incluidos los restos de la actividad humana.
Bitácora en botella, de Jesús Ortiz y Amanda Yantorno
La obra alude a un reloj de arena, establecido como insignia de lo pasado, sostenido por columnas de metal. La base piramidal de la escultura deja ver el contenido de material recuperado. En el interior del reloj se colocaron residuos que remiten a lo que ha pasado al olvido, en donde la arena pasa de un lado a otro y esta masa de recuerdos permanece aprisionada y propensa de ser batida por la tizne.
Ortiz (sanjuanino) y Yantorno (cordobesa) ofrecen así una obra reflexiva sobre cómo la huella del hombre repercute y permanece como problemática de acumulación a través del paso del tiempo.
Alegoría a la vida, de Jennifer Calderón
De El Salvador hasta nuestra provincia llegó la idea de originar una escultura que sea un micro ecosistema. La artista se inspira en la posibilidad de estar en un lugar donde la vida siempre tenga un principio, donde cada elemento se adapte a cualquier cambio.
La obra en sí está conformada por hierro, cerámica, tierra y materia orgánica, todo este conjunto está diseñado para exaltar el florecimiento de la vida en nuestro planeta. La autora propone el reciclaje del material ferroso ya que, al estar oxidado, la obra adquiere un valor estético particular. En combinación tiene unos cuerpos cerámicos que miran al sol, alabándolo en forma de agradecimiento por que, gracias a su luz y calor, la vida prospera en nuestro planeta.
Oda al agua, de María Candelaria Tascheret
Con dimensiones imponentes, la obra de la escultora sanjuanina alcanza una altura de 5,6 metros. Está compuesta por 1.427 vidrios, 387 ladrillos o estrofas de vidrio fusionado, y llevó más de 420 horas de horneado.
La obra tiene la vocación arquitectónica de perseguir la luz, de buscar la raja, la sombra que arroja el pliegue formal del cemento, el balance de lo macizo y lo pesado contra lo liviano y lo transparente.
Soplo, de Claudia Ceminaro
La escultora proveniente de la provincia de Buenos Aires hace honor al movimiento del aire y la tierra con su obra, que consiste en una forma espiralada, como el movimiento de las aspas de un molino que se forma en cámara lenta en lugares desérticos cuando el polvo o hierbas locales se envuelven con el viento.
Está compuesta por tubos de PVC que van entrecruzándose teniendo como resultado una forma espiralada. Al ser realizada con este material, su durabilidad permite perdurar por un tiempo muy largo.
Gota del desierto, de Beatriz García de Huertas
La obra de la artista sanjuanina está compuesta por cerca 5.000 latas dispuestas en 206 triángulos.
Las latas de bebidas son el principal material de la obra cuya autora busca rescatar estos materiales de la basura para otorgarles un valor plástico y una función constructiva.
Todo esto la convierten en una obra colosal, que apela al atractivo de un caleidoscopio en sintonía con el rayo del sol sanjuanino.
"Evocar", el mural que engalana el ingreso al edificio
En la misma línea conceptual que el resto de las obras, la artista sanjuanina Eneida Rosso realizó un mural titulado "Evocar", el cual está ubicado en la pared de ingreso al edificio Anchipurac. La obra consta de cuatro tapices de cerámica con figuras alegóricas incrustadas en sobre relieve con una trama tejida de grandes dimensiones de arcilla.
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