“Lavarse las manos, el gesto más repetido en estos días. El agua es fundamental para frenar el contagio de enfermedades y hoy lo es también para prevenir la propagación del coronavirus”, así lo expresó el presidente de OSSE, Guillermo Sirerol.
Agradeció y destacó el trabajo del personal sanitarista en el contexto del (COVID-19) “el agua es vida, y en estos momentos, la frase se vuelve más cierta que nunca. El saneamiento es clave para el control de la pandemia”.
Tras el saludo a la familia sanitarista, el funcionario describió la razón por la que se conmemora cada 15 de mayo el día del trabajador sanitarista, “un poquito de historia... más actual que nunca. En 1871 la fiebre amarilla azotó sin piedad la ciudad de Buenos Aires. En todas las épocas, las grandes enfermedades ponen de manifiesto situaciones que, hasta entonces, pasaban inadvertidas.
La fiebre amarilla dejó al descubierto que Buenos Aires era una ciudad con muy malas condiciones de higiene.
A partir de la epidemia, las autoridades y la población de la ciudad tomaron conciencia de la urgencia de establecer una solución integral al problema de la obtención y distribución de agua potable.
Así fue que en 1874, el ingeniero John Bateman dirigió la construcción de la red de aguas corrientes, y en 1873 se inició la construcción de obras cloacales.
El 15 de mayo de 1874, se colocó la piedra fundamental de la Planta de Purificación de Recoleta. Por tal motivo, años más tarde se instituyó el 15 de Mayo el día del Trabajador de Obras Sanitarias.
Finalmente, el presidente de OSSE expresó “todas estas medidas ayudaron a revertir el estado insalubre de la ciudad, que había sido uno de los motivos de la expansión de la enfermedad. Dos años más tarde, se logró abastecer con el servicio de Agua Potable al 50% de la población de Buenos Aires”.
