El Estadio Abierto del Parque de Mayo, por siempre en nuestro recuerdo

Hace 92 años se vivía la Semana del Deporte en la inauguración de un lugar emblemático para los sanjuaninos.

Aquellos días fueron de fiesta en San Juan. Ese 9 de julio, el país festejaba los 112 años de la Independencia y en nuestra provincia fueron jornadas agitadas, por la importancia de la inauguración de dos obras muy importantes. Por un lado, se ponía en marcha el pabellón central del Hospital Rawson y por otro, comenzaba con sus actividades el Estadio abierto del Parque de Mayo. Fueron varios días vividos con mucha intensidad, por las emociones que sentían los sanjuaninos ante semejantes obras, que formaron una parte importante en sus vidas durante tantos años.

La construcción de aquella maravillosa obra comenzó en el mes de junio de 1927 en un terreno que tenía una extensión de ocho hectáreas. Una de las características que tenía, era que había una verja de hierro de tres metros de altura, que separaba el campo de juego del sector donde se ubicaba el público. Allí se construyó la tribuna oficial, que tenía 50 metros de largo y 20 metros de ancho. En la planta baja, funcionaban las oficinas para atención al público; en ese mismo edificio, había un salón para bailes y reuniones, también el bar-restorán, sanitarios y otras dependencias más, relacionadas con lo deportivo, como vestuarios, una sala de primeros auxilios y otra para masajes y baños fríos y calientes.

La construcción de este “Stadium” se basaba en una idea filosófica de asemejarse al espíritu de la Grecia Clásica que era considerada la cuna del ideal físico. La idea era imitar ese pensamiento donde el deporte fuera unido a la ciencia y el arte.

Desde el 7 de julio hubo actividades para diferentes disciplinas en lo que se denominó “la semana del deporte”. El Estadio albergó a veinte mil personas cada día en aquellas jornadas y cabe recordar que el costo de construcción fue de un millón de pesos, lo que daba la pauta que se trataba de una obra monumental, considerado como uno de los mejores de Latinoamérica.

Una característica de su tribuna oficial era una imponente visera que protegía del sol o la lluvia a quienes se ubicaban en ese sector y que cayó en el terremoto de 1944, al igual que las dos torres que estaban ubicadas en la parte posterior.

En aquellos días de festejos, en que se ponía en marcha semejante coloso, se disputó el “Campeonato Olímpico Sanjuanino de Foot-ball”. A nuestra provincia llegaron equipos de fútbol de gran importancia: Huracán, Newell’s Old Boys, Independiente, Chacarita Juniors, Defensores de Montevideo e Independiente Rivadavia de Mendoza.

Fue el equipo de Parque Patricios quien se adjudicó el torneo, venciendo en la final a Independiente Rivadavia. Con la presencia del gobernador Aldo Cantoni, el encuentro se disputó el jueves 12 de julio y el marcador fue 4-1 para los de Buenos Aires. El gran Guillermo Stábile convirtió tres goles y Spósito uno, para la victoria del Globito, el descuento mendocino fue logrado por Carlos González. El campeón formó con Cerecetto; Vico y Oratto; Bartolucci, Puigdengolas y Souza; Loizo, Spósito, Stábile, Chiessa y Settis.

Para llegar a la final los de Buenos Aires le habían ganado 6-1 a un combinado sanjuanino, precisamente, el lunes 9 de julio y el día martes (apenas 24 horas después), vencieron a Chacarita Juniors por 3-1.

No sólo hubo fútbol en aquellos días, ya que se jugaron encuentros exhibición de rugby entre equipos de Mendoza y el Hindú Club de Buenos Aires.

Se realizaron competencias de motociclismo con la presencia de los pilotos Raúl Riganti, Pedro Vacario, Juan Casero, Antonio Candino y Ernesto Blanco, que llegaron desde la Capital.

Hubo carreras de ciclismo en el velódromo, que también se inauguraba, y diversas pruebas de atletismo.

Días que fueron de fiesta en la inauguración del Estadio Abierto del Parque de Mayo, un lugar que quedó grabado en la memoria de tantos sanjuaninos que luego tomarían como costumbre ir a ver los finales de las carreras de ciclismo; todo un fenómeno, propio de la pasión que provoca este deporte. Era ir, ocupar un lugar en la tribuna, esperar un largo tiempo, para ver a los ciclistas finalizar su esfuerzo con una vuelta y media al velódromo; sólo eso, nada menos que eso. No importaba si era un corto espectáculo, era ser parte del final de una clásica, donde se hacía fuerza por el “Cacho” Bustos, el “Payo” Matesevach o el Gran Vicente Chancay.

Por allí pasaron futbolistas, rugbistas, atletas argentinos y extranjeros que dieron el brillo que semejante escenario ameritaba.

Hoy recordamos con emoción y con una sonrisa a nuestro querido Estadio que dio paso a los cambios que la provincia va dando a diario.

Modificado por última vez en Jueves, 09 Julio 2020 11:55