Leonela Yúdica: la campeona del mundo quiere volver al ring

No ha dejado de entrenar durante los últimos meses esperando el momento; a su vez, realiza su trabajo como concejala en Chimbas.

No pasó por la cabeza de Leonela Yúdica, una vez que ganó el título, allá por el 19 de diciembre de 2014, que iba a ostentar durante tanto tiempo la corona mundial de peso Mosca de Federación Internacional de Box. Y recuerda que todo aquello sucedió muy rápido, ya que apenas dos meses antes había combatido por el título argentino.

En aquella ocasión -como tantas veces ocurre en este deporte- tuvo que tomar decisiones muy rápidas, por ejemplo, en esa pelea por el cetro nacional, se trataba de dar un gran paso y pasar de pelear a seis rounds a diez y la duda se centraba en saber si el estado físico daba para una pelea tan larga. Se decidió, peleó y la noche de Buenos Aires del 17 de octubre de 2014, la vio consagrarse campeona, cuando derrotó en fallo dividido a Florencia Canteros, en el ring de la Federación Argentina de Box.

De su niñez recuerda que vivió hasta los 4 años con sus padres y de allí se mudó con sus abuelos, en el barrio Camilo Rojo, Santa Lucía, donde estuvo hasta los 12 años. Cursó la primaria en la Escuela Amable Jones, en el barrio Kennedy; de esa etapa de su vida recuerda que vivía rodeada de varones, tanto primos como amigos, por lo que terminaba jugando al fútbol, balitas o trompo con ellos. También le gustaba bailar folklore e inclusive fue a una academia; algo que hizo hasta los 15 años.

Su abuelo había comprado un lote en la Comuna San Miguel, Chimbas, y allí se mudó, pasando sus días desde la preadolescencia hasta la actualidad en ese lugar. La secundaria la cursó en el Colegio San José. De sus materias preferidas destaca Economía y a la hora de hablar de una profesión que la atraía, menciona Derecho. Así fue que decidió ingresar a la Universidad para estudiar esa carrera. Cursó el primer año, le quedó una materia sin regularizar y eso comenzó a ser un obstáculo; se puso a sí misma el plazo del primer cuatrimestre del año siguiente para normalizar la situación. Al no poder hacerlo, decidió interrumpir los estudios, con la incertidumbre de no saber qué hacer, dónde seguir, ya que no le gusta dejar las cosas a medias.

Al año siguiente ingresó al Profesorado de Educación Primaria y -de a poco- fue apasionándose por lo que luego sería su profesión y que con el tiempo consideró su cable a tierra, mientras, paralelamente, vivía sus inicios como boxeadora. De todos modos, el deporte que siempre la había atraído era el fútbol, a tal punto que, a los 11 años, la invitaron a jugar en el Club Palermo, pero su madre no se lo permitió; es bueno recordar que años atrás no era común ver a las chicas en ese deporte, algo que hoy es absolutamente normal.

Pero lo que a Leonela la llevó a ser la mejor del mundo en su categoría comenzó recién a los 19 años. En aquella época, los argentinos seguíamos a la Tigresa Acuña y ella no era la excepción, le gustaba ver sus peleas, y allí fue que su tío, Daniel Alcaraz, le preguntó si se animaba a comenzar con la actividad, pues se dio cuenta que ella siempre hacía preguntas y se mostraba interesada por ese deporte y en medio de esos momentos, recuerda un altercado vecinal que fue lo que terminó influyendo en su decisión de meterse en el mundo de los guantes.

Su primer día en el Club Landini fue solamente para observar; en el segundo le enseñaron la técnica del jab (golpe recto o directo) y a caminar; luego vino el turno de pararse por primera vez frente a una bolsa y le pidieron que hiciera dos rounds, los que le parecieron eternos. Dice haberse sentido encantada con esa experiencia y a partir de ese momento, no paró hasta el día de hoy. Entrenaba de lunes a viernes, sin faltar nunca, ella tomaba el colectivo en Chimbas y llegaba con su bolso al gimnasio. A partir de esa decisión su vida cambió, ya que había iniciado su carrera para ser maestra y llevó ambas exigencias con esfuerzo, pero con alegría. En 2012 se hizo profesional en el boxeo y al año siguiente se recibió como docente.

Antes de llegar a ganar sus primeros pesos con el deporte, pasó por el campo amateur y comenzó muy rápido, ya que llevaba cinco meses entrenando cuando le avisaron que tendría su primera pelea, que fue en San Luis. Rememora los nervios y ansiedad del momento, ya que nunca había subido a un ring a combatir y su rival, al menos, ya tenía una pelea realizada. Todas esas sensaciones quedaron atrás después del primer round y terminó imponiéndose por puntos. Para Leonela era lo máximo y disfrutó ese momento, luego vendrían 26 combates más antes de pasar al profesionalismo.

Esa transición también se debió a que en San Juan no había muchas chicas en ese deporte y en consecuencia la mayoría de sus contiendas eran fuera de la provincia. Recuerda haber estado frente a Cecilia Román (la otra campeona mundial que tiene San Juan) en una sola oportunidad; luego Ceci subió de categoría o había un par de chicas más, pero de categorías superiores.

Lamenta la falta de reconocimiento económico que tienen las mujeres. Siendo campeona del mundo y con ocho defensas realizadas, ella sabe que con suerte puede llegar a pelear tres veces al año y que lo que gana debe administrar para que le rinda en el resto de los meses sin actividad.

En su profesión de docente, una vez con el título en sus manos pudo trabajar en algunas suplencias cortas, pero sin continuidad; en su etapa de boxeadora, a los dos meses de obtener la licencia se presentó la primera oportunidad en un festival que se organizó en el estadio Aldo Cantoni, donde el protagonista principal era Omar Narváez. Allí fue la encargada de llevar adelante la primera pelea de la velada boxística, ganándole a Soledad Frías, a quien había enfrentado como amateur, pero esta etapa llegaba llena de compromisos más serios, otro tipo de entrenamiento, mayor responsabilidad, por lo que los nervios previos estaban a flor de piel, aunque, como dice la campeona, una vez que pasa el primer round, se acomoda todo.

Hablando de sus defensas de título, tiene muy presente la segunda confrontación con la venezolana Yainireth Altuve, a quien le había ganado en decisión dividida el 4 de agosto de 2018 y cuyo fallo fue cuestionado por muchos. La revancha llegó muy pronto y el 21 de diciembre volvieron a enfrentarse en el mismo lugar: el Estadio Cantoni. Aquella ocasión se vio a una Leonela Yúdica muy combativa y más agresiva que de costumbre, quedándose con una nueva victoria en fallo unánime. Para la campeona sanjuanina, esa pelea marcó un antes y un después en su carrera porque habían decidido, con su equipo, cambiar de estrategia, plantarse en el ring. Se sintió cómoda, pero antes de esto hubo una caída que -inclusive- lo habían charlado que podía suceder por el tipo de boxeadora que es la venezolana. Luego de la caída recordó lo que tenía que hacer si sucedía y ese minuto que restaba para terminar el round se le hizo eterno; escuchaba a lo lejos el aliento del público en el estadio que le pedía que agarrara a su rival y sin embargo se plantó a intercambiar golpe por golpe, sabiendo que corría el riesgo de ser conectada nuevamente y que se terminara todo.

Leonela recuerda que desde que el árbitro le dio el pase para seguir, se decía a ella misma "Tengo que ganar, para eso me preparé…" pero también sabía que debía remontar ese round perdido por la caída, producto de un golpe voleado que entró por el costado, cuando ella lo esperaba recto. Luego del descanso y bien recuperada, las indicaciones fueron salir a dar todo para no quedarse con las manos vacías.

Esa pelea también la hizo convencerse que sus manos sí se sienten, porque hasta ese momento se había planteado que no era así. Allí vio que en varias ocasiones sus golpes de derecha hacían retroceder a la rival. De todos modos, está convencida que su izquierda es más fuerte.

En la actualidad, es concejala en la Municipalidad de Chimbas, asumiendo un nuevo reto en su vida. Está cerca de la gente, aborda problemáticas a las que trata de dar soluciones.

Con este panorama debe coordinar la planificación de sus entrenamientos con su trabajo comunal. Aún hay un contrato vigente con Carolina Duer como promotora, que contempla tres peleas más defendiendo su título.

Integrante del Programa de Alto Rendimiento de la Secretaría de Deportes, la campeona entrena con profesores de esa área en la parte física y con su tío, Daniel Alcaraz, realiza el trabajo técnico. Le gustaría poder pelear fuera del país por las condiciones económicas que se dan y cuenta de una chance que tuvo el año pasado, de pelear en Inglaterra, con una muy buena propuesta, pero la fecha estaba muy cercana al combate que realizó en agosto ante la mexicana Millán, por lo que declinó esa posibilidad.

Leonela Yúdica, campeona del mundo, orgullosamente sanjuanina, y un sueño propio: llegar a tener su propio gimnasio para ser ella misma quien dé clases a la gente y en especial a los niños.

Modificado por última vez en Viernes, 24 Abril 2020 19:36